Alcohol, la droga adolescente
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El rol de la escuela en el desarrollo de una red de padres
La escuela y los padres tenemos que aunarnos en el esfuerzo por prevenir el uso y abuso de alcohol y drogas. La escuela, además, puede brindar el espacio físico que posibilite el desarrollo de diversas actividades que permitan que una red se transforme en una realidad: surgimiento de líderes y representantes, desarrollo de talleres de información y capacitación, reuniones, etc. Conformar una red no es únicamente generar reuniones y encuentros, pero sólo la escuela tiene las posibilidades y el poder de convocatoria que permitan que los encuentros sean posibles en un ámbito común y conocido.
La escuela previene a través de la educación, para lo cual sus docentes deben conocer los aspectos más relevantes del tema de las adicciones, para poder realizar una transmisión adecuada de información, pero también previene a través de la observación, para poder detectar signos que puedan ser indicadores de consumo de alcohol o drogas.
Si bien un diagnóstico debe ser realizado por un profesional de la salud, resulta factible informar al docente sobre qué signos, síntomas o conductas de los alumnos deben alertarlo. El docente puede ser, en muchos casos, quien primero detecte estas situaciones y ponga en marcha los mecanismos necesarios para que la familia tome conocimiento de una posible situación de adicción.
Asimismo, la escuela como propiciadora de encuentros que permitan brindar información sobre el tema a los padres y a los docentes, genera nuevas posibilidades de concientización en aquellos padres que aún no se han percatado sobre la situación actual y la proliferación de la oferta y el consumo de distintos tipos de sustancias adictivas.
La búsqueda de un discurso común entre padres y la institución educativa debe ser un objetivo que permita definir posiciones y generar nuevos y mejores mecanismos de contención social. La familia y la escuela comparten valores e identificaciones y por ello deben trabajar en forma mancomunada en materia de concientización y prevención de adicciones.
Algunos datos que tenemos que conocer sobre el alcohol y el éxtasis
Alcohol
El alcohol es la droga más consumida en nuestro entorno sociocultural, de la que más se abusa y la que más problemas sociales y sanitarios causa (accidentes de tráfico y laborales, malos tratos, problemas de salud, alcoholismo, etc.).
Es un depresor del sistema nervioso central que adormece progresivamente el funcionamiento de los centros cerebrales superiores, produciendo desinhibición conductual y emocional. No es un estimulante, como a veces se cree: la euforia inicial que provoca se debe a que su primera acción inhibidora se produce sobre los centros cerebrales responsables del autocontrol. Las bebidas alcohólicas se clasifican básicamente en dos grupos, en función de su proceso de elaboración:
- Bebidas fermentadas: Proceden de la fermentación de los azúcares contenidos en diferentes frutas (uvas, manzanas, etc.) Son característicos de este grupo la cerveza, la sidra y el vino. Su graduación alcohólica oscila entre 4º y 12º. Su descubrimiento fue casual, como resultado de la putrefacción natural de frutas almacenadas.
- Bebidas destiladas: Resultan de la depuración de las bebidas fermentadas, para obtener mayores concentraciones de alcohol. Se trata de bebidas como el vodka, la ginebra o el ron, y oscilan entre 40º y 50º. La destilación fue inventada en el siglo VII por los alquimistas árabes, de quienes procede le nombre de la sustancia al-kohl.
Los efectos del alcohol dependen de diversos factores:
- La edad (beber alcohol mientras el organismo todavía se encuentre madurando es especialmente nocivo)
- El peso (afecta de modo más severo a las personas con menor masa corporal)
- El sexo (por factores fisiológicos, la tolerancia femenina es, en general, menor que la masculina)
- La cantidad y rapidez de la ingesta (a más alcohol en menos tiempo mayor intoxicación)
- La ingestión simultánea de comida (el estómago lleno, sobre todo de alimentos grasos, dificulta la intoxicación)
- La combinación con bebidas carbónicas (tónica, Coca-Cola, etc.) que aceleran la intoxicación
En función de la dosis, pueden experimentarse diversos efectos:
- Desinhibición
- Euforia
- Relajación
- Aumento de la sociabilidad
- Dificultades para hablar
- Dificultad para asociar ideas
- Descoordinación motora
Efectos fisiólogicos: Los efectos del alcohol dependen de la cantidad presente en la sangre (tasa de alcoholemia, medida en gramos por litro de sangre):
- 0.5 g/l: euforia, sobrevaloración de facultades y disminución de reflejos
- 1 g/l: desinhibición y dificultades para hablar y coordinar movimientos
- 1.5 g/l: embriaguez, con pérdida del control de las facultades superiores
- 2 g/l: descoordinación del habla y de la marcha, y visión doble
- 3 g/l: estado de apatía y somnolencia
- 4 g/l: coma
- 5 g/l: muerte por parálisis de los centros respiratorio y vasomotor
Las patologías que pueden tener relación con el abuso de alcohol son:
- Músculos: miopatía aguda o crónica
- Sistema Nervioso: polineuropatía alcohólica, neuritis óptica, encefalopatía de Wernicke, psicosis de Korsakov
- Estómago/Esófago: gastritis crónica y aguda, reflujo gastroesofágico, pirosis y vómitos, carcinoma esofágico
- Cardiovascular: hipertensión arterial, arterioesclerosis, miocardiopatía alcohólica
- Hígado: esteatosis hepática, hepatitis alcohólica, cirrosis alcohólica
- Páncreas: pancreatitis aguda y crónica
- Intestino: Deficiencias nutricionales, cuadros diarreicos y de mala absorción
- Genitales: disminución de la libido, impotencia, atrofia testicular, infertilidad
El alcohol actúa 'inhibiendo al inhibidor' de tal forma que cuando se actúa bajo sus efectos es muy probable que no se adopten las medidas preventivas al tener relaciones sexuales (uso de preservativo), con lo cual aumenta el riesgo de infección por el VIH. El consumo de alcohol está asociado a conducción temeraria e imprudente, por lo que muchos accidentes de tráfico se deben a que los conductores habían bebido por encima de los niveles tolerados por las leyes. También se asocia con reacciones violentas.
Éxtasis
El nombre químico del éxtasis es MDMA o metilendioximetanfetamina, aunque las pastillas de la calle suelen estar adulteradas con otras sustancias como el MDA o MDEA que son muy peligrosas. Pertenece a la familia de drogas estimulantes.
Dan lugar a una experiencia mixta entre la estimulación y la percepción alterada, por lo que se las ha comparado con una mezcla de anfetaminas y un alucinógeno llamado mescalina.
Entre sus efectos psicológicos podemos destacar:
- Sociabilidad
- Empatía
- Euforia
- Sensación de autoestima aumentada
- Desinhibición
- Deseo sexual aumentado
- Locuacidad
- Inquietud
- Confusión
- Agobio
Entre los efectos fisiológicos, tenemos:
- Taquicardia, arritmia e hipertensión
- Sequedad de boca
- Sudoración
- Contracción de la mandíbula
- Temblores
- Deshidratación
- Aumento de la temperatura corporal (hipertermia)
Hay personas que son especialmente sensibles al éxtasis y hasta una dosis muy pequeña puede producirles consecuencias muy graves, e incluso desencadenar la muerte.
Si se mezcla con alcohol, el riesgo de sufrir una mala reacción aumenta enormemente; es potencialmente mortal en caso de padecerse hipertensión, problemas de corazón, epilepsia, asma o se está cursando un embarazo o tomando antidepresivos.
Su consumo también puede provocar crisis de ansiedad, trastornos depresivos o desencadenamientos psicóticos.
Los riesgos asociados al consumo de éxtasis en los ambientes congestionados en los que a menudo tiene lugar, y bajo las condiciones de baile intenso a los que se asocia, suele provocar:
- Aumento severo de la temperatura corporal (hipertermia maligna)
- Arritmia
- Convulsiones
- Insuficiencia cardiaca
- Coagulopatía
- Hemorragias, trombosis e infartos cerebrales
- Insuficiencia hepática
Pensando en la "adicción"
Determinar si alguien es un “adicto”; debatir sobre si se trata de una enfermedad, un síndrome, un síntoma; discutir sobre cuál es el mejor tratamiento, son algunas de las cosas que se realizan en ámbitos profesionales, distintos al que proponemos aquí y ahora.
Lo que hoy proponemos preguntarnos es: ¿cuál es nuestro rol, como padres, frente a un hecho social que crece más allá de la geografía y de las condiciones socio-culturales? No es cuestión de realizar sólo un análisis filosófico de la situación actual, sino de pensar qué podemos hacer, como padres, para entender mejor esta situación y para que nuestros hijos elijan conductas que no sean autodestructivas.
No desde la punición o el castigo, no desde la prohibición, pero sí desde la concientización y la generación de un espacio donde nuestros hijos tengan opciones para elegir.
Por eso la prevención, tal vez, está más relacionada con nuestra implicación como padres y con el amor, de lo que nosotros suponemos.
Claro que, para prevenir, tenemos que saber qué es lo que queremos prevenir. Por eso iremos incorporando al blog información relacionada con el consumo de distintas sustancias, combinaciones y nuevas costumbres en relación al tema.
Pero es importante desterrar la idea de que “las adicciones” o “la toxicomanía” es un monstruo que está afuera, asechando, contra el que no podemos hacer nada. No es cierto, hay mucho que podemos hacer. Y lo más importante es descubrir que no cualquiera se convierte en un adicto. Una persona que depende del alcohol o de la droga es alguien que ya ha recorrido un camino largo, que tiene que ver con su identidad, con su lugar dentro de una familia y dentro de la sociedad, con los límites y con el respeto por las normas.
La identidad es un proceso, una construcción. Nadie “adquiere” su identidad de un día para el otro. Como padres, somos protagonistas de la construcción de la identidad de nuestros hijos. No es un proceso que se inicie con el nacimiento, sino que se inicia desde el momento mismo que nos imaginamos la posibilidad de tener un hijo, desde el momento que le hacemos un lugar en nuestras vidas a ese hijo que aún no existe en el mundo material.
A pesar de que nuestros hijos crezcan, nuestra función de padres continúa. Crecen nuestros hijos y nosotros, como padres, tenemos que crecer también. No dejamos de ser padres porque nuestros hijos sean más grandes. Por eso, tenemos que poder hacernos un lugar para instalar preguntas que tengan que ver con esa función que estamos desempeñando:
· ¿Cómo estamos acompañando a nuestros hijos en el proceso de construcción de su identidad?
· ¿Sabemos establecer normas de convivencia claras en nuestra familia?
· ¿Cómo funcionan los límites en nuestro hogar? ¿Sabemos poner límites claros?
· ¿Tenemos un diálogo profundo con nuestros hijos?
· ¿Estamos al tanto de sus actividades, proyectos, miedos, dudas, temores, angustias?
· ¿Somos personas confiables para nuestros hijos?
La droga aparece como algo que apacigua el dolor de vivir, aunque su apariencia sea distinta. El alcohol y las drogas presentan una primera manifestación que tiene que ver con lo placentero, con la desinhibición, con la “alegría”, como una solución mágica. Pero detrás de todo eso está el “desconectarse”, el “olvidarse de los problemas”. NO NOS ENGAÑEMOS, acá no hay distinciones sociales, lo único que cambia son los precios de las sustancias que se consumen (“tetra”, cerveza, “paco”, marihuana, vodka, energizantes, éxtasis, 007, popper, cocaína, etc.). Lo que tenemos que plantearnos es de qué quiere olvidarse un adolescente cuando consume para entender qué podemos proponerles en lugar de la evasión.
Creo que también se trata de pensar qué valores estamos forjando y trasmitiendo a nuestros hijos.
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¿Por qué necesitamos formar una red de padres?
La palabra “red” tiene muchos significados distintos. En este contexto propongo entenderla como un conjunto de personas e instituciones intercomunicadas entre si, con objetivos claros: la concientización, prevención, detección y toma de decisiones respecto a distintos aspectos de un tema que ya se ha instalado entre nosotros y ha cobrado muchas vidas.
Entiendo que la “red” es el dispositivo ideal para cumplir con estos objetivos: ponernos en contacto con otros padres para compartir información, ayudarnos a detectar distintos caminos de acceso a los estupefacientes, detectar casos concretos de consumo y ayudarnos en la toma de decisiones concretas cuando el caso se presenta en nuestros hogares.
En los últimos tiempos hemos visto que varios adolescentes fallecieron como consecuencia de mezclas letales. Esos hechos me movieron a pensar que no podemos perder una sola vida más, y, para eso, la alternativa es involucrarnos, informarnos, participar y comprometernos.
Una red también es un espacio donde encontrarnos (aunque sea virtualmente), donde buscar protección y contención, donde sugerir nuevas propuestas. Cada persona diferente que se acerca con propuestas aporta un mundo nuevo de ideas y relaciones y nos enriquece. Nuestros hijos lo merecen.