En los últimos tiempos hemos visto como se han instalado varias marcas de bebidas “energizantes” en el mercado. También podemos reconocer que su consumo prolifera especialmente entre los jóvenes, ya sean solos o mezclados con distinto tipo de bebidas alcohólicas.
¿Qué son los “energizantes”? Se trata, en realidad, de estimulantes, ya que presentan una altísima concentración de cafeína, un estimulante del sistema nervioso por excelencia, que no es exactamente lo mismo. Muchos de ellos carecen en su composición de suplementos que resulten directamente beneficiosos para la nutrición y la salud. También hay que diferenciarlos de las bebidas deportivas, que sí cuentan con una composición idónea para reponer minerales y otros elementos a quienes realizan prácticas de alta competición.
Uno de los argumentos de marketing que se utiliza para promocionar estas bebidas es que son capaces de proporcionar vitalidad y energía en forma inmediata, a tal punto que incluso alguno “te da alas”. El componente más importante que poseen es la cafeína, un estimulante del sistema nervioso que, bebido en altas dosis, también provoca dependencia física y psíquica.
Podemos decir que estas bebidas son “desfatigantes”, en lugar de “energizantes”: no impiden que se produzca la fatiga, sino que hacen que quien las toma NO SIENTA CANSANCIO. Como vemos, es diferente, porque el organismo se cansa, pero la cantidad abrumadora de cafeína que recibe impide que el cansancio se perciba. Y el cansancio es una señal de alarma del organismo para inducir al descanso. Si esta señal falta, el organismo es engañado.
Para el investigador en epidemiología psiquiátrica del Conicet, Hugo Míguez, "las energizantes son sólo el principio para la adicción a otras sustancias". El riesgo no sólo reside en su toxicidad farmacológica (combinadas con alcohol o con anfetaminas pueden afectar el sistema cardiovascular) sino en la toxicidad del estilo de vida que les están imponiendo a los adolescentes y los jóvenes. "Implican una propuesta de aceleración, descontrol y rendimientos anormales, que está impulsada por un mercado de adultos que buscan lucro".
Obviamente, los fabricantes de estas bebidas sostienen que no tienen efectos adversos y que “neutralizan” la borrachera. Lo cierto es que estas bebidas impiden que la sensación de fatiga se presente, por lo tanto quienes las consumen no se percibe cansado ni aletargado. Esto posibilita que se continúe con la ingesta alcohólica en dosis mayores a quien no combina con una bebida de este tipo. Muchos de los casos de coma alcohólico se dan propiciados por estas circunstancias.
El marketing engañoso dirigido a nuestros hijos jóvenes pretende convencerlos que estas bebidas proporcionan vitalidad y energía en forma inmediata. Nosotros, como padres, tenemos que tener claro que NO SON BEBIDAS ENERGIZANTES, ya que ninguno de sus componentes ofrece beneficios suplementarios para la nutrición y la salud que redunde en un aporte mayor de energía al organismo. Leamos la composición química en sus envases: si el principal componente es la cafeína, tendremos la certeza que se trata de un estimulante.
Tengamos en cuenta los transtornos por la mezcla de bebidas energizantes y alcohol:Cuando se ingiere bebidas energizantes con alcohol no se percibe la sensación de cansancio físico y mental, provocando deshidratación grave y sobreesfuerzo del corazón porque se ocultan las señales de fatiga del cuerpo, ocasionando graves trastornos cardiológicos, como hipertensión, infarto de corazón y muerte súbita.
Las bebidas energizantes neutralizan los efectos depresores del alcohol, enmascarando los síntomas de la borrachera. De esta manera los jóvenes continúan bebiendo alcohol pudiendo llegar a una intoxicación peligrosa sin darse cuenta.